Parashat Vaierá, Génesis 18:1-22:24

 

"El Eterno Se le apareció en la planicie de Mamre mientras estaba sentado en la entrada de su tienda, en pleno calor del día. Alzó la vista y miró: he aquí que había tres hombres parados frente a él. Él los vio y corrió hacia ellos desde la entrada de la tienda, y se postró sobre el terreno. Y dijo: «Señor mío, si he hallado gracia en tus ojos, por favor no sigas de largo ante tu sirviente». «Que traigan agua y lavad vuestros pies, y reclinaos debajo del árbol. Iré a buscar un pedazo de pan para que tengan sustento, luego continuaréis, por cuanto ya habréis pasado por el camino de vuestro sirviente»..."

Tres caminantes reciben una simple invitación: “Tráigase ahora un poco de agua y lavad vuestros pies y reclinaos debajo de un árbol. Y tomaré un trozo de pan y restauraréis vuestro corazón, y después seguiréis”. (Génesis 18:4-5). Poco esfuerzo, pocos gastos para el anfitrión y poco tiempo de retraso en el camino de los huéspedes. Pero desde el momento en que Abraham recibe una respuesta positiva, se apura en preparar la comida y hace más de lo que dijo.

A diferencia de lo que pasó Abraham en Jarán, - donde no pudo comer hasta que no contó a sus anfitriones el motivo de su llegada-, los tres visitantes no le revelan sus motivos hasta después de la comida. Nuestros Sabios dicen que cada uno de ellos tenía una función y su nombre se relaciona con la misma: Uno de los ellos le anunció a Abraham el nacimiento del hijo de Sara (Mijael), otro le anunció la intención de destruir Sodoma (Gabriel), y el tercero curó a Abraham de la herida del Brit Milá (Rafael).

En el capítulo 18 los enviados de Dios se llaman “hombres”, mientras que los enviados de Jacob a Esav se llaman “ángeles” (Génesis 32:4). No hay dicotomia en la Torá entre los enviados divinos y los humanos. Cómo distinguió Abraham que sus visitas no eran simples humanos sino enviados de Dios? A veces es difícil distinguir entre un enviado divino y otro que no lo es, entre un profeta verdadero y otro falso. El límite es muy estrecho entre una profecía verdadera y una falsa, incluso para el mismo enviado: Cuándo es la palabra de Dios la que sale de su boca y cuándo él incluye sus propias palabras? El propio enviado sabe cuándo está cruzando los límites?

La reacción al anuncio del primer enviado es una risa escéptica de Sara y el silencio atronador de Abraham. La reacción al segundo anuncio es una oposición fuerte de Abraham: “Acaso aniquilarás al justo junto con el malvado?...El Juez de toda la tierra no hará justicia?” (Génesis 18: 23,25). El tercer enviado tiene la misión de curar: Quizás tenía una herramienta para curar la masculinidad herida de Abraham, o quizás era suficiente mantenerlo ocupado recibiendo a visitas para distraerlo de su dolor.

Toda persona enfrenta momentos en que no ve justicia o coherencia en la forma que Dios reparte “premios” y “castigos” para ella o para otros. Abraham se enfrentó a varios de estos momentos, en los cuales objetó la imagen divina como “Dios de la Justicia”. Algunos ejemplos: Abraham arriesgó su vida en una persecución detrás de cuatro reyes (Génesis 14) para salvar a su sobrino Lot del cautiverio. Junto con Lot se liberaron también las personas de Sodoma. Aunque empezó luchando por su sobrino, su espíritu altruista apareció después que Abraham se negó a recibir del Rey de Sodoma un premio por liberar a las personas de su ciudad. Dios también le dio una promesa general: “No temas Abram, yo soy escudo para ti, tu recompensa será muy grande”. (Génesis 15:1). Hasta aquí Abraham podría pensar: “Liberé a los prisioneros para recibir un premio”. Pero ahora, que Dios le anunció que su intención era destruir a los habitantes de Sodoma, Abraham pensó: “Lapersecución y la lucha fueron en vano. Dios va a destruir justamente a los que salvé y a Lot entre ellos!”

Abraham llevó a cabo una negociación esforzada con Dios para salvar Sodoma y a unos cuantos “justos” en ella, y al final escuchó una promesa general: “No voy a destruir, por causa de los diez”. Pero no escuchó la promesa que le hubiera gustado recibir: “A Lot, el único justo de Sodoma, voy a salvar de la muerte”. Dios salva a Lot -después que Lot supera la prueba-, pero oculta a Abraham la salvación de Lot y sus hijas. Lot se escapa de Sodoma a la noche, y al día siguiente, cuando Abraham observó a Sodoma y sus alrededores, la zona ya estaba cubierta de vapores. Será que llegó hasta él la noticia de la salvación de Lot? Hay dudas: Después de la destrucción de Sodoma, Abraham fue hacia el oeste de Beer Sheva, hacia la tierra de Grar. Se escondió un tiempo en una cueva, siguió rumbo hacia el Jordán, al este. Si juzgamos por los nombres de sus hijos/nietos -Amón y Moab-, la distancia geográfica que había entre ellos se amplió. Y otra cosa: Al final de la parashá le fue anunciado a Abraham el nacimiento de los hijos de su hermano Najor en la lejana Jarán. Aquí habría un indicio de que Abraham no fue avisado que Lot se salvó y que sus hijas tuvieron hijos de él.

Puede ser que Abraham creyó hasta su muerte que su sobrino y su familia murieron junto con sus malvados vecinos en Sodoma.
El nacimiento de Itzjak es una compensación a Abraham y a Sara por los años que esperaron el cumplimiento de la promesa divina, y una “restauración” de la imagen divina como quien retribuye piedad a sus fieles. Pero un tiempo después del nacimiento de Itzjak, Sara exigió a Abraham expulsar a Hagar y a su hijo Ishmael. Esto disgustó a Abraham, pero Dios apoyó a Sara, y Abraham se vio obligado a cumplir la orden cruel de expulsar madre e hijo al desierto. Sin embargo, Dios le prometió que “también al hijo de la esclava convertiré en pueblo”, pero en lo escrito no hay indicios de que Abraham recibe noticias de lo que pasó después con Hagar e Ishmael.

Cuando Abraham estaba casi desesperado por entender la conducta de Dios como “Juez de la tierra”, recibió la orden más terrible de todas: “Toma a tu hijo, a tu único, a quien amas...y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes...”(Génesis 22:2). La experiencia acumulada de Abraham podría explicar por qué esta vez él no intentó discutir con Dios y modificar la dureza del veredicto. Él es un ejemplo de un tipo raro de creyentes: Aquél que logra mantener el equilibrio entre la exigencia de una explicación a Dios ante la falta de justicia por la muerte de inocentes y la exigencia a Dios del cumplimiento de Sus promesas, y entre el saber cuál es el punto en el que tiene que resignarse con el veredicto divino -aún cuando éste parezca inmoral y obstinado-, dentro del reconocimiento de que la visión divina es mucho más amplia que la visión humana.

* Comunidad “Eshel Abraham”, Beer Sheva

Editado por el Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Asamblea Rabínica de Israel, Movimiento Conservador y Unión Mundial de Sinagogas Conservadoras.


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